miércoles, 17 de septiembre de 2008

Ampliación de la carretera Baní-San Cristóbal, el cuento de nunca acabar

La inició el presidente Hipólito Mejía en el 2003 a un costo de RD$ 4,000 millones, ya se ha invertido un 75% de ese valor (RD$3,000 millones) pero sólo está avanzada en un 65%. La continuó el Presidente Leonel Fernández en el 2004, pero la atesoró sin concluir hasta el 2007.

Noel hizo su estrago en el trayecto destruyendo el puente entre Paya y Mata Gorda y dejando incomunicado al Sur con San Cristóbal y el Distrito Nacional. Recientemente, Gustav también hizo lo suyo provocando deslizamientos de tierras en tramos altos que ponen en peligro la vida de quienes la transitan.

Ahora la empresa encargada de la construcción, el Grupo Modesto, anuncia que llegó a un acuerdo “amigable” con el actual secretario de Obras Públicas para terminar la obra. En conclusión: otra empresa entrará al proyecto y terminará 12 kilómetros, de los 28 que faltan.

Una interferencia boicotea una llamada telefónica con mi amiga y colega Yalo y escucho lo siguiente:

Gobierno: “No, porque tú has incumplido con la obra”.

Grupo Modesto: “No, porque tu anterior secretario de Obras Públicas (Freddy Pérez, valga la aclaración) me la puso en China; además, cuando tú andabas en tu campaña reeleccionista, te olvidaste del proyecto y no me soltabas los chelitos”.

Gobierno: “Sí, pero tú debiste entonces acercarte a mí; tú sabes que yo soy quien resuelve todo en este patio…”

…bla, bla, bla…

En el medio, la región Sur (enmarañada entre el prí-prí, la guazábara y el hambre), en especial la comunidad de Baní: esos empleados y estudiantes que viajan a diario a Santo Domingo a aportar al país y a las cuentas de la DGII.

Estrechez, derrumbes, empalmes peligrosos, tramos de carretera donde ya empiezan a nacer árboles de plátano, comunidades alrededor de la vía en ascuas, con sus entradas destruidas y sus negocios paralizados. Los sureños saboreando a diario la bilis de cada uno de estos obstáculos.

Cuéntanos otra, pero de esta vez de vaqueros.

1 comentario:

Fernando dijo...

En dominicana debemos sorprendernos cuando las cosas se hacen bien que es la excepcion y no cuando se hacen mal que es la norma. Si nos programamos de esa manera, queriendo decir que establecemos nuevos circuitos en el cerebro para interpretar la realidad de modo diferente (rewiring), entonces las decepciones van a ser menos, mucho menos y viviremos una vida más feliz....bueno esa es una opción, pero tambien hay otras. A ver!