jueves, 22 de octubre de 2009

El placer de tejer

Zelaya perdió la batalla como se pronosticaba, mientras en nuestro país se destapaba un caso de narcotráfico y lavado de activos en donde 4.6 millones de dólares resultaron poco, los asambleístas seguían remendando una nueva Constitución con apariencia de Herman Monster, quería escribir, debía escribir, el compromiso. Pero cuánto desánimo nos invade cuando apenas podemos con nuestro cuerpo y vemos que la herrumbre social nos amenaza con caer encima.

¿Qué hacer? La respuesta no fluía, pero la necesidad de abaratar los costos del uniforme de danza clásica de Amaya me llevó de nuevo al tejido, a ese paciente arte milenario realizado generalmente por mujeres, transmitido de generación en generación, desde la tatarabuela a la abuela, de ésta a la madre y de ella a nosotras.

Tejiendo un pequeño gorrito para agarrar el pelo recordé los años en que vivimos en la Carretera de Mendoza (1983-85) y ese tejido con que me inicié. Planeé hacer un pañito de mesa, que luego se fue convirtiendo en un gorro, después en una funda de almohada y al final terminó siendo una media. Mi madre se muere de la risa cuando recuerda esto y mi habilidad para ir dando un nuevo concepto y nombre a mi obra.

Pero vaya paradoja de la vida, en esta ocasión necesitaba cometer aquellos errores para realizar el gorrito de Amaya: ir disminuyendo las puntadas y haciendo el tejido cada vez más apretado o constreñido, y efectivamente, parece que mi habilidad en el tejido está en los gorros. Pero sigo viendo y oyendo noticias: el secuestro de Baldera Gómez, el ajusticiamiento de sus supuestos captores, el déficit fiscal, el acuerdo con el FMI, el lío en el PRD, la ruptura del diálogo entre Salud Pública y el CMD, las supuestas violaciones sexuales del diputado Julio Romero y los hijos no reconocidos, y prefiero seguir tejiendo.

Ahora le estoy haciendo una cartera del mismo color, incluso tal vez le haga un bordado, así cuando vaya a clases con su malla, su tutú, sus zapatillas, y su gorrito, también llevará una linda cartera que le combine. Tejer me distrae, me extrae del dolor, del pensamiento que duele, que hiere. Tengo que estar pendiente al tejido, a cada puntada, para no cometer un error, pero a pesar de ello un nombre y un rostro asoman, recuerdo por qué volví a tejer y cuento: uno, dos, tres, entro, saco, doy vuelta, y sigo tejiendo, como mi abuela, como mi madre y como mis hermanas mayores.

2 comentarios:

Leopoldo dijo...

Muy buen trabajo (¿se le puede llamar trabajo, u obra?) Patricia, debes guardar estos escritos en otro lugar para luego reunirlos en un texto coherente.
No te he visto escribir sobre Martha Heredia!!!
¿Sabías que Martha se parece un poco a ti?
Abrazos,
Leopoldo

Manuel Miranda dijo...

No creas, el y quienes lo apoyan no quieren perder tan facilmente ni aceptar la derrota, como argumento en mi blog en este dia.

Aprovecho para desearte feliz navidad y exitoso 2010.