lunes, 25 de septiembre de 2017

La derecha de la izquierda

Se caracterizaron por operar en la clandestinidad, por el conflicto interno y externo, por la discusión teorética, por las reglas y el orden en las reuniones, por llevar un periódico subversivo y/o un libro en las axilas, por ser víctimas del hambre, por la necesidad de una buena camisa, un buen pantalón y un par de zapatos sin hoyos en las suelas. Se convirtieron en obsoletos con el fin de la triangulación de la política dominicana (Balaguer-Bosch-Peña). Algunos siguen teniendo ese aspecto de obsolescencia, pero otros no, otros tienen un brillito aportado por los sindicatos profesionales, por las academias, por el trabajo en el sector privado y hasta por los negocios. Ya se les perdona el egoísmo: Degustar un almuerzo delante de los demás compañeros sin compartirlo con los demás (fíjese que uso la palabra compartir, no ofrecer, porque de ofrecer: Cualquiera ofrece).

Esa derecha de la izquierda está y se siente a la vanguardia de esa masa de seres grises que dejó la mal gerenciada izquierda dominicana, porque ellos, por la preparación y el espacio que han adquirido en la sociedad, se han convertido en interlocutores con otros grupos sociales, económicos y políticos. Y si no lo son, insisten por ello. Viven en casa propia, tienen vehículo, celulares modernos, viajan a Estados Unidos, Inglaterra, La Francia… y no sienten rubor de publicarlo, porque es una nueva izquierda, la del siglo XXI, la que se ha ido asimilando a la las reglas del sistema para subsistir, pero queriendo conservar la etiqueta de izquierda aunque sea por lo bajo, porque eso le granjea el apoyo de la masa de izquierdistas grises.

A pesar de todos esos avances económicos y sociales de los derechistas de la izquierda, continúan con la estrategia de implementar en este país insular, caribeño y atrasado, las experiencias foráneas. Cuentan con telecable e Internet para ver desde la Primavera Árabe, pasando por el impeachment a Dilma Rousseff en Brasil, hasta la crisis venezolana, eso les da un aura de guruses de la realidad internacional y se han creído, pies juntillas, de que República Dominicana puede vivir un proceso realmente democrático y democractizador sin violencia.  Se les olvida la historia de autoritarismo, presidencialismo, caliezaje, arribismo, despotismo e impunidad que nos ha caracterizado.

La derecha de la izquierda está luchando contra la corrupción y la impunidad, pero –al parecer- de impunidad sabe poco, porque es precisamente la impunidad el elemento que nos ha obstaculizado salir de la fuerza centrífuga de la corrupción. Los gobernantes de todos los partidos criollos se sienten seguros en el sistema de desinstitucionalización e impunidad al que nos hemos adaptado como sociedad, y nunca abandonarían el Poder porque así se lo exija una marea verde, que ya no sabe de qué forma vocear que el actual Presidente es inconstitucional por el financiamiento de Odebrecht a su campaña política y por la modificación de la Constitución para permitirle la reelección. En un país igual de chiquito y pobre, pero con institucionalidad y democracia efectiva, ya el Presidente hubiese renunciado para ponerse a disposición de la justicia.

Los derechistas de la izquierda que quizá se estén creyendo el argumento clasemedista de que la lucha social hoy es pacífica (tal vez les conviene, más que creerlo), y renuncian a los elementos de lucha legítimos y posibles que tiene este pueblo esquilmado y ultrajado, se vuelven de esta forma cómplices del estatus quo, máxime cuando pretenden constituirse en la crema y nata de los movimientos progresistas aglutinados en el Movimiento Verde para negociar con el Gobierno o con partidos de la oposición a nombre de toda una colectividad a la que no representan ni la sienten suya a menos que no sea para las fotografías que les da visos de líderes y lideresas.


La derecha de la izquierda no debe equivocarse, porque los tiempos han cambiado. Toda la experiencia negativa acumulada por décadas de militancia en movimientos de izquierda y/o progresistas, el descalabro del sistema de partidos tradicional, el secuestro de la institucionalidad política y jurídica, el cambio de siglo, son todos elementos que condicionarían la respuesta de esa masa gris de la izquierda dominicana: De los oprimidos que siguen viviendo en la indigencia, vistiendo sus pantalones caquis, las camisas con el cuello gastado y los zapatos con hoyos en las suelas. Esos que no han pasado aún de ser carne de cañón. Cuidado con negociar con el sudor, las lágrimas y la sangre de este pueblo mil veces pisoteado pero digno, porque el cambio que demanda esta sociedad implicará también librarnos de esa derecha de la izquierda.

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