domingo, 19 de noviembre de 2017

Corazón de neón


Larga es la noche de los silencios
Aquí sus siglos de humedad lo engullen todo.
Toco mi cabeza con sombrero de deseos
Y el cuerpo lo llevo al pelo.

Del otoño, el frío no me alcanza,
Mis huesos no conocen su crujir
Salgo en busca de un corazón
Para dividir la madrugada entre dos.

Las aceras y calles conservan el agua aún.
Alguna retrasada gota cae en el ala del tocado,
En tanto mi cuerpo va seco,
Busca abrevar en las fantasías de los infieles.

Nadie mira la piel que me cubre:
Sus moretones, estrías y arrugas;
A nadie le importan mis carnes
Siquiera a los huesos que las sustentan.

Desemboco como durazno maduro en la ancha avenida:
Rápidas luces en doble vía.
La misma humedad precedente
Y  bombillas moribundas.

Las luces de neón me hacen guiños:
Azul, rojo, naranja, verde, violeta.
Todas en una absurda competencia
Por el haz inquieto de mis pupilas.

Una que otra sombra que viene
Otra que va, alguna que roza
Y eriza mi vestido de piel
Ése que por instantes revolotea al toque de la brisa.

Luces aquí, luces allá,
Todas iguales.
Inquietantes, juguetonas, vivaces.
Todas anuncian o venden algo:

Comida rápida, medicina,
Conciertos de rock, estrenos de películas,
Sexo xpress, al detalle y completo;
Mas ninguna ofrece amor.

Y este cuerpo tiene hambre de amar,
Salió en busca de un corazón de neón
De una oferta atractiva
Rica en colores y destellos, capaz de convencer.

Una propuesta que desvista  la piel,
Acaricie el alma y bese cada músculo
Cada tendón, cada cartílago
De un cuerpo en carne viva.

Que la oferta incluya, gratis,
La brisa que haga volar  calle abajo el sombrero
Y así regresar toda vestida de amores,
Talismán contra el mal tiempo de la fría noche.


Poema de Patricia Báez Martínez. Prohibida su reproducción.



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